
Como era de esperar los clientes no tardaron en darse cuenta y avisaron a uno de los gerentes quién retiró el DVD del reproductor y también llamó a la policía.
El resultado de la broma era esperable, más cuando estamos hablando de los EE.UU donde no se andan con tonterías en estos casos: los dos protagonistas de la historia fueron despedidos, detenidos y acusados de un delito grave de obscenidad.
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