Maria Vassilieva, vecina de un pueblo de la república rusa de Tatarstán, a 850 kilómetros de Moscú, está viendo día a día cómo le crecen los dientes, algo nada llamativo si no fuera porque ya ha cumplido los 104 años.
La anciana vive sola, ya que su marido y sus hijos han fallecido, y dedica buena parte de su tiempo al pequeño huerto que tiene en su casa y a dar de comer a los pájaros que acuden a diario a hacerle compañía.
La anciana vive sola, ya que su marido y sus hijos han fallecido, y dedica buena parte de su tiempo al pequeño huerto que tiene en su casa y a dar de comer a los pájaros que acuden a diario a hacerle compañía.
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