El moscovita Pavel Pavlov quiere pasar rápidamente de redactor jefe de una publicación a millonario.
Está reclamando dos millones de dólares a los fabricantes de la cerveza Baltika-3 porque cuando se disponía a refrescar su espíritu descubrió en el interior de la botella un envoltorio abierto de un preservativo y un trozo de «una materia plástica «similar a un condón usado».
En la reclamación aduce que sufre problemas psíquicos y rechaza comprar cualquier bebida embotellada, por lo que la indemnización sufragará el «perjuicio moral» que ha sufrido.
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