Sharon Whitelaw, de 41, y Tony Priestley, de 42, fueron al Lincoln's Drill Hall en Gran Bretaña a ver un show pero en el intermedio les exigieron que no volvieran a entrar a la sala porque otros espectadores se quejaron de que "se reían en momentos no graciosos, pateaban los asientos y hacían demasiado barullo".
La señorita Whitelaw, taxista, explicó que el hecho fue muy vergonzoso.
"Nos trataron como a niños, deseé que la tierra me tragase".
La pareja recibió el reembolso completo del precio de la entrada.
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